ESCRITOS DE UN MINUTO PARA REFLEXIONAR UN RATO

Asistí a una sesión de arteterapia en la que me invitaron a representar una espiral con una madeja de hilo, para luego darle un título a la obra y después escribir una narración basada en dos personajes ficticios.

La espiral resultó ser la más grande del salón, y al mirarla no se podía determinar qué era, porque nunca tuvo forma de espiral sino de caprichosas curvas que, como la maleza en la selva, iban invadiendo el espacio en el que las demás personas que participaban en la terapia realizaban sus propias versiones de sus espirales.

El título que le dí a mi obra fue el de Intersecciones, ya que al verla y reflexionar sobre el tema, me di cuenta de que somos el producto de múltiples contactos con múltiples personas, hechos y sucesos en nuestras vidas, que le dan forma a quiénes somos y a cómo nos proyectamos ante el mundo.

El escrito fluyó de una manera mágica, como si alguien más estuviera escribiendo y yo simplemente fuera el instrumento para bajarlo a la crudeza de la vida cotidiana: Somos Soledad y Compañía. Como todos, llegamos solas y nos iremos solas. A veces nos encontramos y entreveramos nuestras vidas creando historias de amor, de esfuerzo, de alegrías y tristezas. Cada relación es una intersección que añade fondo y forma a nuestro tejido existencial. Somos la figura que constituye la esencia de nuestro ser. Somos soledad y compañía. Somos el ir y venir de la existencia, somos las fuerzas que determinan esa huella esquiva que dejamos hoy y no será mañana.

El escrito, en una cuartilla de papel, quedó en el piso, con la espiral de hilo como fondo. Una intersección más. Una historia. Un recuerdo.